Películas-pochoclo, buena terapia
de Asteropi Lazaridou
El psiquiatra y escritor, hijo del (más conocido) psiquiatra y escritor Jorge Bucay, explica a “To Vima” el por qué las comedias románticas comunes pueden hasta tener capacidades terapéuticas…
Demián Bucay no ha estado siempre feliz de ser hijo del famoso psiquiatra y escritor argentino, Jorge Bucay. Aunque su padre tenga la habilidad de influenciar miles de lectores en el mundo entero, escribiendo sobre los laberintos interminables del alma humana y cómo salir relativamente a salvo. “En otros tiempos, se daba por hecho que ibas a seguir los pasos de tu padre. Por ejemplo, si era abogado tenías que ser abogado. Hoy vivimos exactamente lo contrario. Si haces el mismo trabajo que tu padre, se supone automáticamente que estás viviendo en su sombra, que no tienes ni meta personal ni personalidad. Pero yo quería ser psiquiatra y tuve que reconciliarme con esto. Pasé de varias fases diferentes antes de darme cuenta que soy hijo de mi padre pero no soy solamente esto. Cuando era más joven y alguien me preguntaba mi nombre, ni bien se lo decía me preguntaba ‘aaa, ¿y eres algo de Jorge?’ y yo contestaba: ‘Sí, es un tío lejano.’”
Entonces, cuando se reconcilió con el hecho de que quería ser psiquiatra como su padre, Demián Bucay estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires, se epecializó en Psiquiatría y trabajó en hospitales en la misma ciudad. Su hermana es médica también, especializada en cardiología. “Siempre decimos en broma que los dos nos ocupamos del corazon, pero de manera distinta”. En su libro “Mirar de nuevo”, que se publicará por la editorial Opera en 2015, habla del cómo enfrentarse a los obstáculos que uno encuentra en su camino hacia la compresión de si mismo, de su familia y de su pareja. Se ocupa mucho también de la manera en que el cine puede ayudarle a uno a mejorar su vida –organiza también talleres especiales donde investiga el potencial terapéutico del cine cuando se utiliza como herramienta de aprendizaje y desarrollo mental.
Y mientras todos estén esperando que empiece a enumerar películas que constituyan puntos de referencia en la historia del Séptimo Arte y que se consideren capaces de hacerte pensar y cambiar tu vida, él insiste que aún las más digestibles, como por ejemplo las comedias americanas, tienen mucho que ofrecer: “Siempre y cuando sea la correcta para tí, cada tipo de película puede afectarte. Hasta La guerra de las galaxias y El señor de los anillos, que se consideran como películas de pochoclo, llevan mensajes escondidos que, en tanto que uno esté abierto, los puede recibir. Lo que estoy diciendo es que no hace falta ver películas de Godard y Buñuel para aprender cosas sobre uno mismo.”
Y mientras insisto que particularmente las comedias americanas han lavado a varios cerebros atormentados sirviendoles finales felices forzados, él también insiste que no todas son despreciables: “Una de mis preferidas, de la que hablo también en el libro, es 50 primeras citas con Adam Sandler y Drew Barrymore. En esta película la protagonista sufre de un tipo de amnesia y su cerebro es incapaz de conservar nueva información para más que unas pocas horas. Así suele vivir el mismo día una y otra vez y el hombre que está enamorado de ella tiene que conquistarla cada día de nuevo. Esta es una buena metáfora para explicar cómo debe ser una relación íntima sana: tienes que ocuparte de tu pareja cada día como si fuera el primer día de vuestra relación, con la misma consideración y entusiasmo. Aunque tu pareja no sufra de amnesia, no está dado que continuará de amarte mañana solo porque te amaba ayer”.
¿Los psiquiatras lo tenéis todo resuelto con vosotros mismos? “De ninguna manera! Estamos igual de locos que el resto de la gente que no tenga un diploma en Psiquiatría. No tenemos nada resuelto. Además, yo hago terapia desde hace 20 años. En la vida real el conflicto con uno mismo no termina nunca. Jamás puedes decir que estás bien contigo mismo al 100%. Este es el enemigo más fuerte, el compañero de piso más difícil, la pareja más rara, pero también el único que se va a quedar contigo hasta el final”.
“En Atenas me siento como en casa”
A principios del verano, Demián Bucay se encontró en Grecia con ocasión de la presentación del libro de su padre al que escribió el prólogo. Y encontró muchísimas semejanzas entre Atenas y Buenos Aires: “Ves a la belleza y la fealdad conviviendo, la crisis económica está omnipresente en la ciudad, las tiendas de lujo limitan con otras cerradas, el arte callejera es superior a las galerías engreídas, toda esta mezcla me hizo sentir como en casa”. Opina que Grecia se dirigió a la crisis económica a causa de sus tendencias imitativas y su curiosidad: “Entró en la Unión Europea porque quería formar parte del mundo occidental y ahora que se decepcionó le empieza una obsesión con el Oriente. Ahora los griegos que conozco hacen meditación y buscan la salvación en una cultura completamente diferente. No conozco mucho sobre los hábitos orientales y no soy la persona adecuada para judgar esto, pero mi opinion humilde es que una crisis no es el momento adecuado para meditar sino para actuar! Yo no podría hacer esto, quedarme inmóvil, no hacer nada y dejar que las cosas me sobrepasen sin tocarme. Y de repente los griegos quieren cambiar y en lugar de capitalistas convertirse en gurús. Se están dirigiendo hacia un extremo otra vez.
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